El sector eléctrico peruano es uno de los pocos en América Latina que no se ha enfrentado a una crisis real desde su reforma en 1992. Sin embargo, en 2004 comenzaron a aparecer algunas dificultades de abastecimiento debido principalmente a las desfavorables condiciones hidrológicas y el fracaso de las empresas de distribución para garantizar contratos de suministro con generadores, junto con el impacto inicial de los precios del petróleo.